Anera – Playa Blanca
El proyecto se localiza en las costas de Guerrero y consiste en el desarrollo de 20 unidades de vivienda dentro de un terreno plano de 100 x 100 m, 1 hec. Este terreno, al igual que la mayoría en la costa de Playa Blanca, presenta características similares: pendientes regulares o casi nulas y una vegetación que, debido a los distintos usos agrícolas o de vivienda que ha tenido la zona, ha ido cambiando y es hoy muy distinta a lo que fue en el pasado.
Playa Blanca es un corredor en vías de desarrollo que comienza en Zihuatanejo y termina en la Barra de Potosí. Esta playa, que lleva siendo habitada ya por varios años, hoy es el punto de destino que sigue tras el crecimiento de Ixtapa y de Zihuatanejo, lugares turísticos de gran historia y belleza y de grandes desarrollos arquitectónicos que se han vuelto arquetipos de los destinos tradicionales de playa.
Hoy vemos que este tipo de desarrollos abundan en las playas del país y serán los que moldearán el urbanismo en nuestras costas. Para este proyecto, nos dimos a la tarea de estructurar la propuesta con base en tres premisas que nos permitieran analizar críticamente la tipología en cuestión y así buscar una propuesta fresca que propone una nueva manera de abordar un proyecto de playa con características similares.
Relación con el sitio
La primera de estas premisas es la del respeto máximo al sitio, buscando regresar el lugar a un estado de naturaleza óptima a través de una arquitectura regenerativa en donde la manera de trabajar con la ubicación de los distintos elementos que componen el programa y su interacción con el terreno se vuelve primordial.
Urbanismo
La segunda es analizar los esquemas urbanos o de desplante que se han usado a lo largo de los años en proyectos similares y buscar entender cómo podemos cambiar ese urbanismo aislado por esquemas preocupados por el contexto inmediato y, en general, por el crecimiento y desarrollo de la zona, en donde la atención por el contexto no hace nada más que agregar valor a los desarrollos en cuestión.
Arquitectura
La tercera consiste en aprender de la arquitectura vernácula y contemporánea de la zona, que representa tantos años de saberes y experiencia y que suele tener una funcionalidad inigualable, e interpretar sus valores y herramientas para integrarlos en una arquitectura de playa que hoy requiere de nuevos esquemas y tipologías.
Sitio
El estado de Guerrero está ubicado en la región suroeste del país; limita al norte con el Estado de México, Morelos y Puebla; al sureste con Oaxaca, al suroeste con el océano Pacífico y al noroeste con el río Balsas, que lo separa de Michoacán. La geomorfología del estado es una de las más accidentadas y complejas de México; su relieve es atravesado por la Sierra Madre del Sur y las Sierras del Norte. Más del 60 % de la superficie estatal disfruta de clima cálido subhúmedo con precipitaciones en verano. El segundo lugar lo ocupa el clima semicálido con lluvias en verano.
El turismo es la actividad que más recursos deja al estado, pues aporta gran parte del PIB total del estado y emplea a miles de personas. Durante 2016, 11.5 millones de turistas visitaron Guerrero. Históricamente, los centros turísticos guerrerenses han sido muy visitados por los habitantes de la Ciudad de México debido a su cercanía; sin embargo, el turismo internacional también es relevante en la zona y Acapulco es el primer destino turístico con el que México se dio a conocer en el mundo.
Tras el éxito turístico que significó a nivel mundial el puerto de Acapulco en la década de 1950, el Fondo Nacional de Fomento al Turismo planificó en 1968 la creación de un nuevo destino de lujo en la costa del Pacífico. Edificado sobre lo que en alguna época fue un plantío de cocos, Ixtapa Zihuatanejo comenzó a operar formalmente en 1974, llegando a recibir en los últimos años más de 2 millones de turistas anualmente.
A 25 km al sur de Zihuatanejo y con una extensión de 7 km al norte de la costa de Barra de Potosí se encuentra Playa Blanca, una zona turística en desarrollo que representa uno de los mejores destinos costeros de la zona. Esta playa recibe su nombre del característico color claro de su arena. Con intensos oleajes y un paisaje dominado por palmeras y algunas salientes rocosas, esta zona costera a mar abierto se ha convertido en una alternativa para disfrutar del paradisíaco paraje con un ambiente más relajado que el de la exitosa zona turística de Ixtapa Zihuatanejo.
El entorno natural de Playa Blanca es de enorme interés ecoturístico, porque es una de las áreas de mayor diversidad biológica en México, hábitat de 212 especies de aves silvestres ––unas nativas y otras migratorias–– de las cuales 19 se encuentran en riesgo de extinción, como es el caso de los pelícanos blancos, flamingos y garzas azules.
Otro de los elementos característicos de Playa Blanca es la Laguna de Potosí, un cuerpo de agua tranquila, limpia y transparente que corre en paralelo a la costa. Durante la época de lluvias sucede un fenómeno muy interesante, cuando el nivel de agua de la laguna sube y la barra que normalmente la separa de la bahía se abre, para cerrarse nuevamente una vez que las lluvias pasan.
De las 1,800 hectáreas que ocupa la Laguna de Potosí, 454 son de manglar, por lo que en 2009 la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) la incorporó como Sitio de Manglar con Relevancia Biológica y con necesidades de rehabilitación ecológica, además de ser considerada Área de Importancia para la Conservación de las Aves (AICA).
Cerca de la zona se encuentran diferentes atracciones ecoturísticas como áreas de conservación ecológica y parques refugio de aves, cocodrilos y tortugas. En el extremo sur de la bahía se encuentra un pequeño pueblo de pescadores llamado Barra de Potosí; sus habitantes ofrecen a los visitantes servicios de comida y paseos en sus lanchas y kayaks por la laguna, y por ello son los más interesados en conservar este lugar. Es en este tipo de poblados en donde encontramos ejemplos de arquitectura vernácula de la que retomamos algunos elementos para potenciar la integración de nuestra propuesta arquitectónica.
Proyecto
Entendiendo la arquitectura de la zona, en donde se vive primordialmente en las sombras y los exteriores techados, imaginamos habitar terrazas perdidas entre la vegetación. Terrazas que se convierten en edificios de departamentos.
Las estrategias que implementamos en nuestro proceso de diseño partieron de la subdivisión del terreno en siete frentes iguales de 12 m, más 16 m restantes para colindancias y separaciones entre volúmenes.
El desplante, la permeabilidad, el paisaje, las vistas y el habitar en terrazas cubiertas son las cinco herramientas de diseño que nos permitieron aterrizar las ideas en una propuesta congruente.
A través del desplante desfasado de cinco volúmenes separados que contienen las 20 unidades de vivienda, logramos borrar el esquema centralizado en «U» o «V» en donde la única vivencia y vista son centrales y monótonas. En cambio, buscamos relacionarnos con la totalidad del terreno y el contexto inmediato, generando una permeabilidad continua en todo el proyecto y unas vistas profundas que cambian en cada una de las distintas posiciones del terreno.
Cada uno de los edificios se encuentra elevado 1.5 m de altura sobre el terreno original y bordeado por taludes de vegetación que permiten borrar la relación directa entre los usuarios que circulan el terreno y las terrazas de los primeros niveles. Esta elevación, junto con la cimentación, genera el espacio para las bodegas y cuartos de máquinas de los edificios y departamentos.
El diseño del paisaje da lugar a los caminos que circulan entre jardines y ligan el conjunto, conectando así cada edificio con las áreas comunes y haciendo sentir el aprovechamiento de las áreas libres a lo largo de todo el terreno.
Cada edificio está compuesto por losas de concreto aligerado que son cargadas por los núcleos de circulaciones y servicios. Estos elementos están ubicados estratégicamente para que tengan esta triple función: estructural, programática y que por último sirvan para bloquear vistas estratégicas y dotar de privacidad a los edificios vecinos.
Las villas se acomodan en una sola planta y el sentido corto de cada edificio y departamento es el mismo; su crecimiento se va dando orgánicamente en el sentido largo para dar lugar a las variaciones en programa y metros cuadrados de cada tipología.
Las azoteas son plataformas compartidas entre cada edificio y se convierten en espacios contemplativos que funcionan como un escape y una extensión del espacio público del conjunto.
IUA Ignacio Urquiza Arquitectos en colaboración con THB Taller Héctor Barroso
Playa Blanca, Guerrero, 2021
1 ha