Cuna de Tierra

La reacción ante dos fuerzas externas —el programa y el entorno natural— hacen de este proyecto una especie de respuesta inevitable. Por una parte, la aproximación al lugar a través de la tierra, la misma que alimenta las vides y colorea el paisaje, que es empleada en el sistema constructivo de tepetate colado. Por otra, la fragmentación del programa en volúmenes que corresponden a los pasos del proceso de elaboración del vino y su distribución, atendiendo al orden de las operaciones en este ciclo.

Esta discontinuidad permitiría en un futuro la adición de nuevos cuerpos, en caso de que el programa así lo requiriera. Juega, además, un papel fundamental en el comportamiento térmico y funcional del edificio, así como en el asoleamiento de las superficies, donde cada cuerpo se convierte en un generador de sombra para su contiguo. Por ello, en esta composición son tan importantes los llenos como los vacíos de los patios interiores y de las plazas entre volúmenes que, además de operar como patios de trabajo, permiten la iluminación y ventilación natural de los espacios interiores.

La necesidad de oscuridad para la correcta conservación del vino es un requisito determinante, por lo que esta relación de lleno y vacío se convierte en la razón de ser de este proyecto, cuya forma particular de vivir el espacio se da desde la experiencia de la intermitencia.

 

Dolores Hidalgo, Guanajuato, 2011

1,800 m2

Fotografías: Ignacio Urquiza / ESTUDIO URQUIZA Taller de fotografía

Torre de tierra

La misma tierra del viñedo es el componente constructivo básico de la torre. Ésta, que nace como reemplazo del antiguo mirador, crece a partir de un sistema de tepetate colado recuperado de la excavación. El proyecto reivindica el uso de materiales locales y acabados naturales para lograr una mejor síntesis con su contexto a través de su apariencia, lenguaje constructivo y razones de sostenibilidad.

La textura del material y las líneas —huellas del despiece de la cimbra— se convierten casi en la única forma de expresión en este volumen elemental que comunica la forma de proceder del sistema constructivo.

En una planta casi cuadrada de 25 m2, un solo gesto altera esa geometría pura; un ligero ángulo en uno de los lados muestra las posibilidades que permite la ruptura de la norma, entendiendo así la variación como matiz que da significado. Son los detalles los que convierten a este proyecto de básicos en un sistema preciso y ajustado, cuya función última es ponerse a disposición de la tierra que contempla. El desnivel en el perímetro ubica al usuario unos 60 centímetros por debajo del nivel del suelo, por lo que es posible mirar la vid desde un punto de vista poco habitual: establece otra relación visual, le sitúa dentro, en el espacio de resguardo. El recorrido comienza atravesando la explanada que rodea la torre; desde ahí, el visitante decide si bajar ese escalón o subir a la cubierta para contemplar el conjunto desde lo alto. Tres puntos de vista distintos que permiten un entendimiento global del conjunto.

 

Dolores Hidalgo, Guanajuato, 2010

40 m2

Fotografías: Ignacio Urquiza / ESTUDIO URQUIZA Taller de fotografía

Rebollar

Esta vivienda nace sobre la cubierta de una construcción existente de mitad del siglo xx. La nueva construcción utiliza esta pauta en su beneficio, al apoyar su estructura sobre la original convirtiéndola, así, en cimentación. De esta forma, en algunos casos, lo que abajo son muros se convierten en pilares puntuales liberando divisiones y permitiendo la extensión de salas diáfanas, gracias a la gran losa de concreto que cubre el espacio.

La nueva casa mantiene la distribución ordenada por el pasillo a cuyo lateral se desarrollan los espacios. La pared que acompaña el recorrido por el interior se convierte en un gran muro programado a lo largo del cual se extiende, en toda su longitud, un mueble que se va transformando en función de las necesidades del espacio que acompaña.

En paralelo a este pasillo interior y al otro lado de las salas, un corredor exterior permite recorrer toda la vivienda por una terraza abierta al jardín, diluyendo la relación dentro-fuera con una sutil cancelería. Este gran ventanal continuo convierte, así, el interior en parte del paisaje urbano en el que se inserta.

San Miguel Chapultepec, Ciudad de México, 2010

180 m2

Fotografías: Ignacio Urquiza / ESTUDIO URQUIZA Taller de fotografía